diciembre 16, 2013 § Deja un comentario
Mi buen Miguel A., ¿ha visto usted cómo los días fueron extendiendo una tenue ventisca purificadora sobre los cianotipos? Hablamos muchas veces de los objetos desaparecidos, esos mecanismos herrumbrosos en que la asfixia perdura con sus mejores matices. No es de suponer que fuésemos a perderlos, arriesgaría acaso que en depósito pueden volver a montarse autómatas encima de estructuras de hierro totalmente móviles.
Usted lo ha dicho, no estamos tan lejos, y se agita el wiskey en la alacena. Aún no he podido formar parte (y figúrese de qué modo lo he intentado) de la reunión semanal de caballeros ingleses. Llevo un chambergo y un bastón que desentonan con el recamado de los brazos en los sillones austriacos, ¡falta mía pertinaz! Asimismo, Rudolph conmueve en aquellas tertulias con su patéfono, ¡nunca un zafiro ralló tan estratégicamente un pathé!
Lo acaricio caramente, padre. Los tiempos se acortan. Amor en este clima corpóreo.
Sebastièn Angoisser.
Palabra Silencio
noviembre 7, 2013 § Deja un comentario
Ni vos ni yo ni Jorge Federico Guillermo Hegel sabemos definir la poesía. […] Ni vos ni yo dimos con el sentido reverencial que tenemos de ella: para eso han sido menester muchas vigilias de pastores y de astrólogos y de navegantes y una religión que lo hubicase a Dios allá arriba y una firme ciencia astronómica que la estirara en miles de leguas.
Jorge Luis Borges, Ejercicio de análisis.
Las fricativas dentales de Novalis,
junto a otros pocos logros gangosos del verbalizar,
fueron las únicas sorderas justas del silencio.
Mudez que al ser transcripta pervierte su cuna,
nos han dicho que éramos después de invertir.
De nada hubiesen valido los servicios prestados
por Jaufré Rudel en Normandía, Poitou o Flandes
si, con postura sarracena, no hubiera desdeñado sin palabras
el recibimiento de la castellana.
Quizá veremos a Sofrón y Xenarco transferidos
pronunciarse entre momos frente a los sublevados de las tabernas;
en un soplido, sátiro distrae el oído de Horacio:
Et Laberi mimos, ut pulchra poemata, mirer.
(¡Verdad! es el espíritu quien se ausenta, leés.)
Silencio como arco triunfante
debajo del cual se columpian los vocablos
que rechinan desde las construcciones metafóricas romas.
Transforma ahora en un mimético dintel que sostiene
esta disminución timbral impulsada por vaivén…
Icario, Icadio y Ulises mezclan vides en alforjas hiervadas
pues celebrar es un tiempo nada apresable por el trazo
antes de que recuesten en la boda del lecho
su encuentro Orestes e Ifigenia.
Suspira, a través de su desamparo, y alitera Manrique
un similar tácito clamor que Hendrik Lorentz lagarea:
y nunca dijeron nada
de la batalla que vían,
ni hicieron ahumada.
septiembre 2, 2013 § Deja un comentario
A M.
Partimos a medianoche
contracturas llevaban los viejos huesos de sus lunares.
La sabía un empréstito de los de Hielo,
mi Leguria idiomática,
nada merecedora posesa de aquel don afónico
que balbuceaba el concilio de Septentrión.
Lamí su cuello hasta atarme el vientre transversal a su omóplato,
fue que tras del escalpelo, sajé nueve peritoneales estertores;
ensayamos, entonces, el agudo ronquido mortal.
Ella
resonaba occitana, morisca, cuántas veces mercante,
pertenencia agreste Atlántida, era la de Gemas,
barquero mía en vilo de su curvado rosáceo sigilo.
Llegábamos amnióticas del lado del amanecer ahora,
como fragante final de larvario recuento, internombradas
ideadoras bestiales de la infralengua:
hablamos entre sólidos flexibles capaces de difuminar
las quebradizas milicias del órgano martirio.
Tornan volutas de sándalo hasta mecernos…
Este domingo septembrino de 2013.